20080303

FIEBRE AMARILLA ¿De qué se trata?

La fiebre amarilla es una enfermedad infecciosa producida por un virus perteneciente al género Flavivirus. El hombre contrae la infección como consecuencia de la picadura de un mosquito infectado. Los virus son inyectados a nivel del tejido celular subcutáneo y, luego de reproducirse, se diseminan por todo el organismo a través el sistema circulatorio.

Técnicamente la fiebre amarilla presenta dos formas epidemiológicas: la forma selvática y la forma urbana.


La forma selvática se ha descubierto entre los animales de la selva, afectando a monos y probablemente a marsupiales. Esta forma de fiebre amarilla es transmitida especialmente por un mosquito del género Haemagogus, que habita preferentemente los estratos altos de la selva, es decir, en el dosel vegetal. En la Argentina, hay antecedentes de esta enfermedad en animales silvestres, específicamente en monos aulladores. En nuestro país existen dos especies de monos aulladores: el carayá negro (Alouatta caraya) y el carayá puitá (Alouatta fusca). En el mes de enero de 2008 se detectaron 17 monos muertos en el Parque Provincial Piñalito, ubicado en el centro – Este de la provincia de Misiones. El 4 de febrero de 2008, se confirmó la fiebre amarilla en uno de estos primates. En el mes de noviembre de 2007 también se registró la muerte de monos silvestres en el Centro de Rehabilitación de Fauna Guirá Oga, Puerto Iguazú, hecho que recientemente se confirmó fue causado por fiebre amarilla.

La fiebre amarilla selvática puede transmitirse al hombre, en particular a aquellas personas que están en contacto con ambientes boscosos. Las personas infectadas de esta manera pueden llevar la enfermedad a poblaciones urbanas. En este nuevo ámbito y ante la presencia de un nuevo transmisor, el mosquito Aedes aegypti, la enfermedad se disemina bajo la forma de fiebre amarilla urbana. La enfermedad es la misma (es decir el virus causante de la dolencia no cambia) aunque si cambia el vector. Cabe recordar que el mosquito Aedes aegypti, también es el principal transmisor del dengue.

Es decir, la forma urbana de fiebre amarilla es la que se desata en las ciudades y pueblos donde se encuentra el mosquito Aedes aegipty, y la trasmisión únicamente se hace de persona a persona por intermedio de ese mosquito. En la Argentina, el antecedente histórico más significativo de fiebre amarilla urbana se remonta a fines del siglo XIX. En 1871, una epidemia de fiebre amarilla afectó durante varios meses a la ciudad de Buenos Aires dejando un saldo de más de 17.000 muertos.

Consecuentemente, el mayor riesgo radica en la “importación” de la enfermedad desde la selva hacia los sectores poblados. Es decir que las personas que se infecten con el virus de la fiebre amarilla en el monte sean a su vez picadas por mosquitos en las ciudades. Esos mosquitos se infectarían y se convertirían en vectores de la enfermedad en áreas urbanas. A diferencia de otras enfermedades, el virus de la fiebre amarilla una vez en el mosquito se trasmite a su descendencia (esto es conocido técnicamente como transmisión vertical), agravando la situación.

Si las personas que tienen contacto constante con ambientes selváticos (obrajeros, comunidades tradicionales, investigadores, etc.) o eventual (como por ejemplo turistas, excursionistas, deportistas, etc.) se encuentran vacunadas contra la fiebre amarilla, las probabilidades de “urbanizar” la enfermedad se reducen notablemente.

La detección temprana de la enfermedad es crucial para evitar epidemias. Al confirmarse la muerte de monos por fiebre amarilla, es necesario desarrollar un rápido operativo para prevenir la “urbanización” de esta dolencia.

Ante la reciente detección de fiebre amarilla en países vecinos como Paraguay y Brasil, donde la forma urbana no se daba hace décadas, y ante los casos nombrados anteriormente de fiebre amarilla selvática en Misiones, es conveniente la adopción de varias medidas de prevención.

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